¿Qué es el Centro Político y Qué son los Extremos?
¿Qué es el centro político y en qué se diferencia de los extremos? ¿Qué define al centro-derecha y al centro-izquierda? Comprender estas diferencias es clave para defender la libertad y la democracia.
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Todas las versiones en video, audio y escritas las encuentran aquí:
Un video corto con el enfoque del episodio se encuentra aquí:
Transcripción curada del Episodio №4 de nuestro video podcast (23-12-2024), resumen actualizado de mi libro "Defensa de la Libertad y de la Democracia: El Centro Político y los Extremos Explicados".
Introducción
Hola a todos. Mi nombre es Jorge Enrique Gómez Pardo y soy el autor del libro “Defensa de la Libertad y de la Democracia: El Centro Político y los Extremos Explicados”.
Como siempre, es un verdadero placer para mí que estemos de nuevo en un nuevo episodio de este vídeo podcast del mismo nombre.
En este, que es además nuestro último episodio del año, veremos qué es el centro político y qué son los extremos. Lo que haremos entonces es un resumen actualizado de mi libro.
A diferencia de lo que suelen hacer algunos al momento de hacer ejercicios de este tipo, que los hacen, al menos en parte, para etiquetar a la gente o crear barreras, aquí lo haremos como un medio, de hecho como la base, para entender mejor el panorama político y sus principales actores, y así, intentar determinar su dirección.
Y, en consecuencia, ver qué podemos hacer para contribuir para que Colombia sea un país cada vez más libre, más democrático, más seguro, más próspero, con un Estado de derecho tan fuerte como sea posible que cumpla y haga cumplir la ley.
Más justo, con mayor igualdad ante la ley y con más igualdad de oportunidades, lo que necesariamente implica más y mejores oportunidades para todos.
Más unido, más optimista, con más patriotismo -que no es otra cosa que el amor al país sin demeritar a los demás-, y con más y mejores protecciones para los más vulnerables.
Como lo escribió alguna vez Winston Churchill,
“Aquellos que poseen un cuerpo de doctrina definido y de convicciones profundamente arraigadas sobre él, estarán en una posición mucho mejor para lidiar con los cambios y sorpresas de los asuntos cotidianos que aquellos que simplemente están adoptando puntos de vista cortos y complaciendo sus impulsos naturales evocados por lo que leen día a día”.
En línea con lo que antes señalé, la caracterización sobre qué es el centro político y qué son los extremos la realizaremos con base en el cuerpo de doctrina que se encuentra en mi libro. Para escribirlo me apoyé, entre otros, en varias fuentes autorizadas, entre ellas algunos de los pensadores y estadistas más importantes de Occidente como Pericles, Winston Churchill, Ronald Reagan, John Locke, Edmund Burke, F.A. Hayek o Roger Scruton.
El libro va desde la Grecia y la Roma clásicas hasta la campaña presidencial colombiana de 2022. En ese recorrido me refiero o analizo momentos claves de la historia occidental, y de la colombiana y venezolana contemporáneas, que ayudan a entender lo que ha ocurrido en Colombia durante el gobierno del presidente Gustavo Petro y lo que se puede venir para el país en lo que queda de su administración.
El mapa ideológico conceptual que veremos en este episodio también es útil para entender las elecciones presidenciales colombianas de 2026.
Como es de común conocimiento en nuestro país, las campañas se han adelantado por el más que previsible pobre desempeño del presidente Gustavo Petro. Por ejemplo, probablemente a muchos de ustedes les llamará la atención porque en las encuestas hay candidatos que en una encuesta aparecen en la “consulta del centro” y esos mismos candidatos en otra encuesta aparecen en la “consulta a la derecha”.
La próxima campaña presidencial la analizaremos con el mayor detalle y cuidado. De sus resultado dependerá de si Colombia retoma el rumbo que la llevó a su mejor momento al finalizar la primera década de este siglo. O si entrará en un largo periodo de decadencia del que quizás no pueda salir nunca o hasta dentro de muchas décadas, tal como le pasó en distintos grados a Cuba, Venezuela o Argentina.
En esos queridos países hermanos, el extremismo y el populismo de izquierda han causado un inmenso, profundo e innecesario dolor y perjuicios a decenas de millones de ciudadanos de bien, que lo único que han querido es que los dejen en paz y les den la libertad y la oportunidad real que se deriva de ella de cumplir sus sueños y sacar adelante sus familias.
Ahora bien, la utilidad de este mapa conceptual no se limita a la política nacional. También es útil para entender la ubicación política de líderes de otros países, como el presidente (electo) de Estados Unidos, Donald Trump, el presidente argentina, Javier Milei, la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, la nueva líder del Partido Conservador británico Kemi Badenoch, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, o la diputada e intelectual Cayetana Álvarez de Toledo, así como expresidentes o exprimeros ministros como Winston Churchill, Ronald Reagan, Margaret Thatcher o Álvaro Uribe Vélez.
Y más aún, creo que también es útil para comprender nuevas líneas de pensamiento como las que se encuentran en el manifiesto Tecno-Optimista escrito por el empresario e inversionista de capital de riesgo basado en Silicon Valley, Mark Andreessen. O los debates entre globalistas y anti globalistas.
Para esto último, creo que les puede ser particularmente útil la conceptualización, la historia, la razón de ser, la importancia y la lógica fundamental de la democracia liberal y de sus principios e instituciones, así como la aplicación que de ello hice al supuesto blindaje de la Justicia Especial para la Paz (JEP), como resultado del Acuerdo de Cooperación entre la Fiscalía de la Corte Penal Internacional y el Gobierno de Colombia, que hice en mi libro.
Además, es útil para que estemos en la misma página cuando estemos hablando de términos como centro-derecha, centro-izquierda, centrismo, populismo, extrema derecha, extrema izquierda, entre otros.
Finalmente, pero no menos importante, para contribuir a evitar que sigan haciendo carrera las narrativas y manipulaciones que ciertos sectores hacen, bien por ideología, bien por motivos estrictamente electorales, o bien por ambas.
Soy perfectamente consciente de que la inmensa mayoría de la gente simplemente no tiene el tiempo para estar pensando permanentemente o escribiendo sobre estos temas. Pero también sé que a muchos sí les interesa y sobre todo, les interesa el futuro de su país.
A continuación, entonces, primero los introduciré a la narrativa equivocada y perjudicial del “centro” y de los “extremos”, y la necesidad de combatirla con coraje moral1, firmeza y con argumentos, especialmente en un país como el nuestro, lo cual fue una de las razones por las que escribí el libro que fundamenta este video podcast.
Después, entraremos a definir el centro político en sentido amplio o centralidad y los extremos correctamente entendidos dentro de este contexto.
Luego pasaremos a explicar los matices de centro, de derecha o de izquierda dentro de ese centro político en sentido amplio o centralidad.
Posteriormente, abordaremos el Extremismo Progre, el cual no había sido identificado en el libro, publicado hace dos años, pero que a raíz del gobierno del presidente Gustavo Petro, de extrema izquierda, se hace evidente.
Después, daremos nuestra definición de populismo.
Y, finalmente, presentaré una serie de conclusiones y reflexiones finales.
I. La narrativa equivocada y perjudicial del “centro” y los “extremos” y la necesidad de combatirla con coraje moral, firmeza y con argumentos
Pasemos entonces a la narrativa equívoca y perjudicial del supuesto “centro” y de los supuestos “extremos” y la necesidad de combatirla con coraje moral, firmeza y con argumentos.
Como antes lo señalé, este mapa ideológico conceptual lo he construido a partir de la definición del centro político y de los extremos políticos que intenté construir en mi libro.
Lo hice así porque una de las razones que me llevó a escribirlo fue la narrativa que hizo carrera en la elección presidencial de 2022 sobre que el supuesto “centro”, que es, como veremos, la centro-izquierda, con guion, porque es el espacio que va desde el centro liberal a la izquierda democrática, se estaba apropiando indebidamente, y con gran éxito hay que decirlo, del concepto de centro político, en un país centrista como Colombia.
Esto, al mismo tiempo que, por un lado, estigmatizada como extrema derecha, tratando de “extremos” al conceptualmente verdadero centro político de nuestro país y, por otro lado, al mismo tiempo que lavaba a Gustavo Petro presentándolo como un izquierdista “progresista” normal e incluso de “centroizquierda”.
Así, sus candidatos siempre serían el “centro”. Petro no sería tan malo. Y el uribismo invotable. Y todo esto sin importar la ideología y el talante de los unos y de los otros, para no hablar de los aportes o los daños que le han hecho al país y a sus instituciones.
De esta forma confundieron el debate público, y así, a muchos centristas, que en Colombia es la mayoría de la población.
En el primer episodio de este video podcast y en otros documentos y espacios, he señalado que una de las razones que llegó a Petro la presidencia fue esa narrativa, lo cual en el libro advertí que podría ocurrir.
En ese episodio y también señalé que hay quienes están intentando desde distintos frentes no solo retomarla, sino fortalecerla.
Pero bueno, también hay que decir que hay un muy importante espacio para el optimismo, también en ese sentido.
El expresidente Álvaro Uribe Vélez ha venido tomando el toro por los cuernos en sus recientes intervenciones, confrontando con eficacia inteligencia, profundidad y originalidad la narrativa de los “extremos”.
Aquí hacemos lo que podemos con episodios [y escritos] como este. Pero que la voz de mayor peso del centro-derecha en Colombia, con su reputación cada vez más restaurada y su favorabilidad en ascenso, aborde este tema con la decisión y seriedad que se requiere, es francamente esperanzador. Ojalá más líderes de opinión y políticos acompañaran ese esfuerzo.
Y es que Colombia, como todos los demás países occidentales, más o menos la mitad de la gente se encuentra, consciente o inconscientemente, del centro a la derecha y la otra mitad del centro a la izquierda.
En ese marco, a mi modo de ver, Colombia siempre ha sido un país centrista y a partir de 2002, como resultado de la situación de inseguridad y el éxito del gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez, ha sido un país centrista, ligeramente inclinado hacia la derecha.
En particular,
Como resultado de la necesidad de una autoridad muy firme en el marco del Estado de derecho que garantice la seguridad, teniendo en cuenta nuestros problemas de narcotráfico, de organizaciones delincuenciales y de las circunstancias geográficas en las que vivimos.
También, y al mismo tiempo, como resultado de políticas de promoción de inversión y crecimiento económicas liberales conservadoras bastante eficaces.
Y finalmente, en conjunto con todo lo anterior, con una profunda y eficaz política social de igualdad de oportunidades y superación de la pobreza, bajo un gobierno austero y desburocratizado.
País centrista ligeramente inclinado hacia la derecha que tiene interiorizado en prácticamente la totalidad del arco político los valores del concepto “social” del Estado social de derecho, establecido así por la Constitución del 91. De acuerdo con nuestra Corte Constitucional, el concepto social
“Exige que el mismo [Estado] se ponga en movimiento para contrarrestar las desigualdades sociales existentes y para ofrecerle a todos las oportunidades necesarias para desarrollar sus aptitudes y para superar los apremios materiales”.
El Estado social de derecho es entonces un Estado de derecho con un profundo componente social.
Y país centrista que, por diversas razones, varias de ellas las que presentamos en nuestro primer episodio, entre ellas reitero esta narrativa absurda y divisiva del “centro” y de los “extremos” a la que me he referido, escogió el camino del extremismo de izquierda con la elección de Gustavo Petro.
Narrativa promovida, por cierto, por sectores de la centro-izquierda que por activa o por pasiva lo ayudaron a elegir, tal como también lo explico en el primer episodio.
A continuación veremos entonces, con argumentos y sin tibiezas, qué es el centro político y qué son los extremos. Lo que aquí presenteto, reitero, es un resumen actualizado de mi libro “Defensa de la Libertad y de la Democracia: El Centro Político y los Extremos Explicados”.
II. El Centro Político en Sentido Amplio o Centralidad Occidental y los Extremos
Comencemos entonces con la definición del centro político. En mi opinión, el centro político es el liberalismo clásico. Sostengo, además, que hay un centro político o liberalismo clásico en sentido amplio y un centro político o liberalismo clásico en sentido estricto.
El centro político en sentido amplio son los sistemas e instituciones que garantizan y desarrollan la libertad, la democracia acompañada de libertad y la propiedad privada. Es decir, la democracia liberal o Estado de derecho democrático, el capitalismo y la economía de mercado. El Estado social de derecho y la economía social de mercado son modalidades contemporáneas de esos sistemas e instituciones.
A este liberalismo clásico en sentido amplio, o centro político en sentido amplio, también se le conoce como centralidad occidental y que aquí también denomino como espacio de la moderación, adaptando el concepto “espacio de la razón” de Cayetana Álvarez de Toledo.
El liberalismo clásico es resultado de los ideales de la Ilustración: la razón, la ciencia, el humanismo, el progreso y la paz, tal como los plantea Steven Pinker en su libro en defensa de la Ilustración “Enlightenment Now”. Por supuesto, el progreso ilustrado y la paz ilustrada, que son el progreso y la paz consistentes con los demás ideales de la Ilustración.
El término espacio de la moderación no lo denomino así por capricho. Me gusta el término no solo porque conceptualmente es el opuesto a los extremos correctamente definidos para este contexto, sino porque permite un mayor contraste comunicacional entre ambos conceptos.Moderación que no tiene nada que ver ni con la tibieza, ni con la equidistancia, ni con intentar quedar bien con todo el mundo, tal como lo veremos más adelante.
Los extremos, a mi juicio propiamente definidos para este contexto, son fundamentalmente las ideologías o sistemas que se oponen a la libertad, a la democracia acompañada de libertad y/o a la propiedad privada, según el verdadero extremo al que se haga referencia.
En sus acepciones más intensas, a la izquierda está el comunismo y el socialismo, por un lado, y a la derecha se encuentran el fascismo y el nazismo, que es un tipo de fascismo, por el otro.
En ambos casos hay zonas grises autoritarias, que también son extremistas porque se salen de la centralidad.
Los extremos seriamente definidos son políticamente repugnantes porque son contrarios a la libertad, a la democracia acompañada de libertad. y, en el caso de la extrema izquierda, también a la propiedad privada. Junto a la vida, estos son los pilares básicos de la dignidad humana, de la centralidad y de la civilización occidental.
Por lo tanto, si en algo coinciden todos los extremos de izquierda y de derecha, es en su desprecio por la democracia liberal, que es, a su vez, el liberalismo clásico político y el eje de la centralidad.
Y dado que desde la perspectiva de la historia del pensamiento occidental la democracia liberal es el punto medio entre la anarquía, por un lado, y el autoritarismo y la arbitrariedad, es decir, la tiranía, por el otro. Democracia liberal que, a su vez, se basa en la defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada, y que, como lo señala el pensador liberal clásico Milton Friedman, “vino claramente con el libre mercado y el desarrollo de las instituciones capitalistas”, y que el pensador liberal clásico F.A. Hayek describe en detalle en su “Constitution of Liberty” y que intento resumir en mi libro. E instituciones capitalistas que, como veremos, se basan en el respeto a la propiedad privada, y el libre mercado, que, como también lo veremos más adelante, se basa en la libertad, es lógico, o cuando menos razonable, por lo tanto, concluir que el liberalismo clásico en sentido amplio es el centro político en sentido amplio.
Como antes vimos, y veremos más adelante, en Colombia, desafortunadamente, como en otros países de Occidente, sectores de la centro-izquierda han abandonado por distintas razones, en ciertos momentos y en distintas formas, a la centralidad occidental, al mismo tiempo que llaman como “extremos” o con términos similares, indicando tácitamente como extrema derecha, a quienes la han defendido. Sobre esto volveremos más adelante.
Finalmente, hay otro tipo de extremismo izquierda al que hice referencia en la introducción que no identifiqué en el libro, pero que se hace evidente como resultado del gobierno del presidente Gustavo Petro. Me refiero al Extremismo Progre. Dado que este tipo de extremismo se entiende mejor luego de explicar los matices dentro de la centralidad que veremos a continuación, primero veremos esos matices, y luego sí pasaremos a este tipo de extremismo adicional.
III. Los Matices dentro de la Centralidad Occidental
Vamos ahora con los matices dentro de la centralidad. Dentro de la centralidad, o liberalismo clásico en sentido amplio, o centro político en sentido amplio, o espacio de la razón, o espacio de la moderación, hay categorías completamente respetables de centro, de derecha y de izquierda.
En últimas, en un escenario de extremos seriamente definidos como el que afronta Colombia con la extrema izquierda Gustavo Petro, todas esas categorías no son más que matices dentro del centro político en sentido amplio.
Matices muy importantes, con profundas y respetables diferencias, pero, al final, solo matices porque los unen su respeto por la libertad, la democracia acompaña la libertad y la propiedad privada.
Uno de esos matices es el centro político en sentido estricto o liberalismo clásico en su sentido más directo. Tan respetable es el centro político en sentido estricto, como lo son la derecha y la izquierda democráticas, que, en ningún caso, pueden ser tachados de extremos si están dentro de la centralidad occidental o centro político en sentido amplio.
Y esto, reitero, más aún en un contexto en el que hay un político de izquierda radical, verdaderamente extremista, como el presidente Gustavo Petro.
Ahora bien, he llegado a la conclusión de que la forma más realista, práctica, y política y conceptualmente clara y leal para agrupar esos matices dentro de la centralidad, sin enredarse en demasiadas corrientes, por supuesto, muy importantes y respetables todas, es en centro-derecha y en centro-izquierda, en ambos casos con guion. Esto partiendo del supuesto de que en Colombia todo el arco político, prácticamente sin excepción, comparte los fines del concepto “social” de nuestro Estado social de derecho que antes vimos.
El centro-derecha y la centro-izquierda son entonces agrupaciones de matices de derecha o de izquierda dentro de la centralidad a partir del centro político en sentido estricto, en Colombia a la luz de nuestro Estado social de derecho.
A partir de ellos, creo que se pueden entender mejor los distintos matices, corrientes, e incluso, nuevas tendencias, tal como lo señalé en la introducción.
Y es que cada individuo, cada persona, es un mundo, y cada matiz y nueva tendencia se suelen entender mejor en determinados contextos, para lo cual, como punto de partida, creo que es útil este marco conceptual.
Este marco conceptual o modelo mental, o como se le quiera llamar, que, junto al de la diferencia entre la centralidad occidental o centro político en sentido amplio y los extremos correctamente entendidos para este contexto que vimos en la sección anterior, me ha servido como punto de partida para entender la política y las nuevas corrientes de pensamiento. Espero que a ustedes también les sirva.
Por supuesto que es mejorable: uno va evolucionando, va aprendiendo nuevas cosas, va refinando conceptos y apreciaciones, y nuevas circunstancias y corrientes van apareciendo. Pero creo que, en lo fundamental, es una buena base para comprender la política nacional y la de otros países.
Así, para los efectos de este episodio, puede decirse que el centro-derecha o espacio liberal conservador es el espacio que, en sus distintos matices y corrientes, va desde el centro liberal clásico a la derecha conservadora democrática.
Centro-derecha, insisto con guion, porque une a distintos matices y corrientes.
Y la centro-izquierda es el espacio que va, en sus distintos matices y corrientes, desde el centro liberal clásico a la izquierda tradicional y a la izquierda progre.
Centro-izquierda también con guion, porque también une a distintos matices y corrientes.
Reitero que lo que hasta aquí he señalado y señalaré, lo amplío, lo detallo y lo fundamento en el libro, en donde tal vez la fuente que más utilizo son los textos de F. A. Hayek.
Este pensador liberal clásico tuvo, a su vez, una importante influencia intelectual en Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Aunque ambos son conservadores al uso angloamericano, son en realidad son liberales conservadores o de centro-derecha, en los términos que veremos más adelante, y entendiendo liberales como liberales clásicos, que es el sentido original del término.
El pensamiento del filósofo conservador Roger Scruton también es fundamental para lo que aquí planteo.
A continuación me referiré entonces, primero, al centro político en sentido estricto. Después a la derecha conservadora que, junto al centro político en sentido estricto, conforman el centro-derecha con guion. Y luego a la izquierda democrática que, junto a ese centro político en sentido estricto, conforma la centro-izquierda con guion.
A. El Centro Político en Sentido Estricto
Pasemos entonces ahora al centro político en sentido estricto. Como antes lo señalé, este es el liberalismo clásico en sentido estricto. Si el centro político en sentido amplio o centralidad occidental es ser liberal clásico en sentido amplio, lo lógico entonces es que ser de centro, dentro de los matices de la centralidad, sea ser liberal clásico en sentido estricto.
A partir de allí, y en el marco de la centralidad, se derivan los demás matices, en donde hay unos más de derecha y otros más de izquierda, que, como vimos, configuran así el centro-derecha y la centro-izquierda, en ambos casos con guión.
El centro político en sentido estricto, y esto es muy importante, es también su firme defensa basada en principios políticos sólidos que le permiten contribuir a entender y señalar el rumbo, especialmente en tiempos de mayor incertidumbre, fanatismo, mezquindad y radicalización. Es la brújula que señala el rumbo en toda esta tormenta de narrativas, encuestas, peleas en redes sociales y extremismos.
En consecuencia, el centro político no es ni la equidistancia, ni el consenso circunstancial del momento, ni la izquierda, ni la tibieza.
El liberalismo clásico político es la democracia liberal. El liberalismo clásico económico es el capitalismo y la economía de mercado. Y el talante liberal clásico, al menos desde la perspectiva del liderazgo político o de quienes influyen en la agenda pública, es entonces el talante firme y de convicciones, pero respetuoso y tolerante de las ideas de los demás, siempre que estén dentro de la centralidad, que, en toda circunstancia, con coraje moral, convicción y realismo, garantiza la libertad de expresión y promueve el pluralismo, el pragmatismo y la búsqueda de consensos, dentro de ese marco.
Y todo ello bajo un Estado de derecho tan fuerte como sea posible, que cumpla y haga cumplir la ley.
Desarrollemos cada uno de estos puntos:
La democracia liberal o Estado de derecho democrático es esencialmente el sistema político que tiene como objetivo principal garantizar los derechos y libertades intrínsecos e inalienables de todos los ciudadanos mediante la limitación del poder estatal en un marco democrático.
Los derechos y libertades intrínsecos e inalienables que tenemos todos los seres humanos por el solo hecho de serlo, son la vida, la libertad y la propiedad.
Y que tiene como lógica fundamental la limitación del poder estatal para evitar la arbitrariedad y el autoritarismo de los gobernantes que pueda derivar en vulneraciones a esos derechos y libertades intrínsecos e inalienables a los que tenemos, reitero, derecho todos los ciudadanos por el solo hecho de serlo.
Para esto, el Estado de derecho democrático cuenta con una serie de principios e instituciones como la igualdad ante la ley, la aplicación del poder del Estado mediante normas preestablecidas y respetando el debido proceso, la separación de poderes, la libertad de expresión y el respeto a la voluntad popular en el marco de esos principios de la democracia liberal, entre otros.
Se trata, por lo tanto, esencialmente de limitar el poder estatal en un marco democrático.
De acuerdo con el diccionario Oxford de Economía, el capitalismo es el sistema económico basado en la propiedad privada y la empresa privada.
En este sistema, toda la actividad económica, o una parte importante de ella, la realizan personas u organizaciones privadas con ánimo de lucro y la tierra y otros medios materiales de producción son en gran parte de propiedad privada.
Continuando con el diccionario Oxford de Economía, la economía de mercado es una economía en la que una proporción sustancial de bienes se asigna mediante el uso de mercados libres, en donde el libre mercado es un mercado en el que la gente compra y vende de manera voluntaria.
Agrega este diccionario que la economía de mercado contrasta con una economía planificada en la que la mayoría de los bienes son asignados por una autoridad de toma de decisiones centralizada.
En consecuencia, el centro bajo un Estado de derecho tan fuerte como sea posible, que cumpla y haga cumplir la ley, basa todo su accionar político en la libertad, en la democracia acompañada de libertad, en el respeto a la propiedad privada y en la igualdad realista y, por lo tanto, sana que se deriva de ello: la igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades hacia arriba.
El centro no pretende entonces que todos seamos iguales en lo material porque eso es imposible. Y es imposible porque todos los individuos somos distintos y tenemos diferentes talentos y habilidades. El centro lo que busca entonces, reitero, son las igualdades realistas y, por lo tanto, sanas.
La primera es la igualdad ante la ley. Esta se basa en que todos los seres humanos, sin distinción alguna, somos intrínsecamente iguales, por lo que todos tenemos una serie de derechos y libertades intrínsecos e inalienables, tal como me he referido antes.
Como vimos también, desde la perspectiva liberal estos son la vida, la libertad y la propiedad, cuya garantía es la principal, no la única, pero sí la principal obligación de cualquier democracia liberal.
La segunda igualdad sana a la que se puede aspirar es a la igualdad de oportunidades hacia arriba. Por eso el centro es tremendamente activo, y sobre todo, efectivo en políticas amplias y profundas en educación, salud, superación de la pobreza, entre otras políticas sociales o de infraestructura.
Y esto, en el marco de la centralidad, y apoyado en un crecimiento económico alto, constante y saludable, como resultado de la mayor libertad económica posible, que es humanista en sí misma, y que es la fuente de recursos para las políticas de igualdad de oportunidades hacia arriba.
El centro, por lo tanto, defiende y promueve que vivamos, reitero, en un Estado de derecho democrático tan fuerte como sea posible, y en el que todos tengamos más y mejores oportunidades para salir adelante.
Dado que el centro lo que busca es un Estado de derecho democrático tan fuerte como sea posible, el centro no es anarco ni en lo económico ni en materia de seguridad, ni tampoco es innecesariamente intervencionista en lo económico, por lo que ser de centro no es ser de izquierda.
Así, dado que el centro es la libertad, propender por la mayor libertad económica posible y, por lo tanto, la menor interferencia posible del Estado en la economía es también ser de centro.
Resalto la palabra “posible”, que no es lo mismo que no intervenir. En el liberalismo clásico económico no es que no haya intervención del Estado mediante, por ejemplo, impuestos y regulaciones en distintos ámbitos, como las que garanticen la libre competencia, y así, la economía de mercado, sino que es la menor posible.
Y cuando lo hace, lo hace con eficacia, precisamente para garantizar la libertad económica o, en el marco de esta, proteger otros derechos como los de los consumidores.
Por ejemplo, y como lo señala Hayek,
“Existe toda la diferencia entre crear deliberadamente un sistema dentro del cual la competencia funcionara de la manera más beneficiosa posible y aceptar pasivamente las instituciones tal como son”.
Es una mentalidad liberal clásica que es instintiva aprendida, o ambas en distintos grados, que comprende por ideología y/o por una comprensión realista los incentivos intrínsecos del capitalismo de libre mercado. Y que se manifiesta, entre otros, en el ejercicio de las funciones del Estado.
Así, busca la mayor libertad económica posible para las empresas y los individuos para que utilicen su dinero, su energía y su tiempo como mejor les parezca y, en definitiva, para que salgan adelante.
Por eso el centro liberal clásico siempre está buscando reducir la carga fiscal, regulatoria y burocrática. Por eso es que también el centro siempre está promoviendo iniciativas para que haya más y mejores empresas. Y por eso es que el centro siempre está trabajando para que en el país haya el mejor ambiente posible para hacer negocios.
En definitiva, el centro así entendido busca sistemáticamente crear las condiciones más favorables posibles para que los emprendedores, los empresarios consolidados, los empleados y los independientes puedan cumplir sus sueños y proyectos de vida. En últimas, reitero, para salir adelante.
El centro, a su vez, ejerce las más firmes políticas en seguridad en el marco del Estado de derecho, con el fin de precisamente garantizar los derechos y libertades antes señaladas a todos los ciudadanos, sin distinción alguna.
Ser de centro es, por lo tanto, ser tan firme en seguridad como sea necesario para garantizar la vigencia práctica del orden liberal. Para tener, y no me canso de repetirlo, un Estado de derecho tan fuerte como sea posible, que cumpla y haga cumplir la ley.
Como lo escribió alguna vez Winston Churchill,
“Un gobierno constitucional, para ser digno de ese nombre, debe demostrar su capacidad para preservar la ley y el orden, y para proteger la vida, la libertad y la propiedad. Si no logra hacer cumplir esas garantías fundamentales, ningún sistema parlamentario puede perdurar”.
Y es que la realidad colombiana en materia de orden público, como consecuencia de la debilidad histórica del Estado colombiano, del narcotráfico, la cantidad y capacidad de las organizaciones criminales, y de las circunstancias geográficas en las que vivimos, exige una firmeza durísima en seguridad, insisto en el marco del Estado de derecho, acompañada de una muy efectiva política de crecimiento económico y social.
Así las cosas, la libertad y la igualdad realista y sana que busca el centro para todos los hombres y mujeres sin distinción alguna, solo son posibles en un Estado de derecho tan fuerte como sea posible, en el que, al mismo tiempo, haya libertad y orden, tal como lo señala nuestro escudo nacional.
Sin orden no hay libertad. Y no puede haber orden, y, por lo tanto, libertad, sin seguridad. Y de allí que defender la seguridad, con toda la firmeza a la que haya lugar de conformidad con las circunstancias, insisto en el marco del Estado de derecho, sea ser de centro.
Y todo ello en Colombia, en conjunto con los fines sociales del Estado social de derecho que antes vimos.
Ahora bien, dado que la democracia liberal y el capitalismo de libre mercado, en su conjunto, la libertad y la democracia, están siempre bajo permanente asedio por todo tipo de extremistas y demagogos, ser de centro, sobre todo desde el liderazgo político, no puede ni ser tibio, ni ser acomodado, ni ser oportunista.
Si el centro político en sentido amplio, no se defiende con coraje moral y firmeza, los extremistas, con la complacencia de los radicales, los tibios, los acomodados y los oportunistas, lo acabarán. Y así, las posibilidades de vivir en una sociedad libre, abierta, pluralista y tolerante.
Reitero que siempre ha habido extremistas y siempre lo habrán, sean de izquierda o sean de derecha. Lo importante entonces, lo moralmente correcto, y lo políticamente adecuado, es que los sectores moderados de las distintas tendencias se unan para defender la centralidad.
Por lo tanto, el centro es también la defensa firme, coherente y sin vacilaciones de la vida, la libertad, de la democracia acompañada de libertad, y de la propiedad privada. Y así, de la democracia liberal, del capitalismo y de la economía de mercado, es decir, de las instituciones de la centralidad diseñadas para garantizarlas.
Cualquier política de centro parte de la base entonces de la garantía y de la defensa de esas instituciones y de los principios y valores que las subyacen.
Además de la vida, la libertad y la propiedad, entre otros también, la igualdad ante la ley, la separación de poderes, el respeto a las normas preestablecidas, la libertad de expresión, el respeto al principio democrático, la mayor libertad económica posible, con la consecuente menor intervención política y regulatoria posible del Estado en la economía, y la igualdad de oportunidades que hemos visto antes.
Lo liberal, lo centrista, es, por lo tanto, y sobre la base de principios políticos sólidos, ser absolutamente firme en la defensa del liberalismo clásico y defender con coraje moral y consistencia sus instituciones y los principios y valores que lo subyacen de los riesgos extremistas de izquierda, de derecha, e incluso, provenientes de sectores del establecimiento.
Esto último, se ha manifestado desde hace más o menos diez años, desde el establecimiento de la centro-izquierda en distintas formas y en distintos países, incluida Colombia.
Así, y en algo impensable hasta hace muy poco, los supuestos “extremos”, es decir, el centro-derecha para sectores de la centro-izquierda y la extrema izquierda, en algunos casos con el crucial apoyo de destacados centristas provenientes del establecimiento o de las élites, contraélites, o como se les quiera llamar, de la centro-izquierda, han tenido que salir a defender el centro político.
Me refiero a casos como los de Elon Musk, Bari Weiss, Mark Andreessen o Joe Rogan en Estados Unidos. J.K. Rowling en el Reino Unido o el profesor Fernando Savater en España.
En Colombia, lastimosamente, esta es una batalla que ha tenido que librar esencialmente el centro-derecha, aunque hay que reconocer que, bastante tarde por cierto, sectores de la centro-izquierda también lo han hecho avanzado el gobierno Petro.
Con todo, es justo reconocer el mea culpa en la dirección correcta de El Espectador hace dos años, en un editorial titulado “¡Nada de dogmas! Celebramos el cambio de opinión”, en el que señaló lo siguiente:
“En el afán del día a día, en la necesidad de opinar sobre la marcha para responder a un país frenético, se nos van quedando atrás los espacios para reflexionar, reconocer errores e identificar evoluciones en nuestro punto de vista.
Tal vez la muestra más importante en la historia reciente es lo que ocurrió durante el plebiscito del 2016.
En El Espectador, en particular en este espacio editorial, nos dejamos obnubilar por la promesa de la paz, por la euforia de pasar la página, y en ese proceso perdimos la capacidad de medirle la temperatura al país.
Dábamos por hecho el triunfo del sí, la superioridad de los argumentos a favor del acuerdo, y no les dimos a las voces contrarias el espacio que merecían, preocupadas por las concesiones.
Cuando el país en su mayoría dijo no, fue necesario un mea culpa. Cambiamos de opinión: seguíamos apostando por la paz, es claro, pero fue necesario identificar los puntos débiles de nuestros argumentos, ver la Colombia que no estábamos considerando. Esa lección nos ha acompañado en los años posteriores”.
Ser de centro, por lo tanto, tampoco es ser equidistante. ¿Acaso el fascista Mussolini era de centro porque estaba en algún punto entre el fascismo nazi de Hitler y el liberalismo conservador de Churchill?
Como lo señala Isabel Díaz Ayuso,
“La firmeza no es extremismo” y “hay que tomar postura ante las cosas”. (…) “El silencio y la equidistancia no son moderación porque hay silencios cómplices con el terror, con el abuso, con la tiranía”.
Por lo tanto, tampoco es la equidistancia entre el neocomunismo de Petro y el centro-derecha incluido el uribismo, ni es tampoco ningún otro tipo de equidistancia, incluida la equidistancia entre dos candidatos, cualquiera que ellos sean, sin importar sus planteamientos ideológicos programáticos, talante o partido político.
El centro siempre será, en todas las circunstancias, ser liberal clásico en lo fundamental.
Lo que pasa es que para la izquierda lo que no es izquierda es derecha. Y evidentemente, si alguien es de centro liberal clásico, está a la derecha de la izquierda. Pero eso no lo hace necesariamente de derecha, ni mucho menos un “extremo” de derecha, sino al menos de centro, y a la izquierda, de izquierda.
Ser de centro, por lo tanto, tampoco es, reitero, ser de izquierda.
En efecto, y como lo señala el pensador conservador Roger Scruton,
“Cualquiera que defienda la posición liberal clásica probablemente será considerado, ahora, como un conservador debido a la asociación entre el liberalismo clásico y el libre mercado”.
Así, agrega este pensador, para la izquierda -así en Colombia se disfrace de “centro” y en el mundo angloamericano de “liberalismo”-, “en la medida que uno no está en la izquierda, en esa medida estará en la derecha”
Es dentro de ese contexto que el pensador liberal clásico Milton Friedman señaló que se dio la
“Corrupción del término liberalismo, [en donde] las opiniones que antes tenían ese nombre ahora se denominan conservadurismo”.
Y, como también hemos visto, contexto de alguna forma equivalente en nuestro país, en el que la centro-izquierda ha querido apropiarse del centro a partir de una serie de mitos que analizo en el libro y ha querido etiquetar al uribismo como un “extremo” equivalente al petrismo.
Y ello cuando es por razones ideológicas. En otros casos, es por simple oportunismo electoral para apropiarse injustificadamente del “centro”, en un país centrista, al tiempo que, por increíble que parezca, buscan etiquetar como “extremos” a quienes han defendido en Colombia la centralidad con coraje, consistencia y constancia durante los últimos 25 años, en todas las circunstancias.
El centro, por lo tanto, tampoco es necesariamente el consenso en un momento determinado.
¿O es que para la extrema izquierda y para la centro-izquierda que ha promovido la narrativa absurda del “centro” y de los “extremos” el expresidente Uribe sí era de centro cuando fue presidente y su favorabilidad llegó a estar por encima del 80% varias veces y nunca bajo que el 68%, tal como se señala en un libro recientemente publicado por la Universidad de los Andes?
Por cierto, y tal como lo detallo en mi libro, este es uno de los casos en los que el centro coincidió con el consenso y que siguió siendo el centro cuando dejó de ser el consenso.
Recientemente hemos visto que ahora hay quienes tratan de justificar esa narrativa, a todas luces, reitero, conceptualmente equivocada del supuesto “centro” en que esa es la forma histórica en que se ha entendido el centro en Colombia. Como si allí fuera desde los tiempos del general Santander.
Que yo recuerde, el expresidente Álvaro Uribe Vélez (de centro-derecha) planteó el tema al menos desde 2012, cuando publicó su autobiografía. El expresidente Iván Duque, (también de centro-derecha), publicó en 2018 un libro llamado “El futuro está en el Centro”. Y Sergio Fajardo (de centro-izquierda, más de izquierd que de centro, lo que se evidencia, entre otros, en su apoyo a la reforma tributaria izquierdista de Petro y Ocampo), utilizaba el término centro en su primera campaña presidencial, la de 2010, hace casi 25 años.
Considerarse a sí mismo como de centro o centrista es, por supuesto, legítimo. Tan legítimo como lo es considerarse de derecha o de izquierda.
La diferencia es que en esos casos -incluso para el crédito de Fajardo, en esa época, según la información de la que dispongo- no buscaban etiquetar al centro-derecha o a la centro-izquierda como “extremos”, señalándolos tácitamente como de extrema derecha o de extrema izquierda. Y esto equiparándolos como “extremos” comparables con verdaderos extremistas, tal como lo es el caso de la extrema izquierda de Gustavo Petro.
Pero lo cierto es que cuando esa narrativa absurda y divisiva comenzó a tener efectos políticos reales fue en la última campaña presidencial cuando fue promovida por personalidades de la centro-izquierda y de sectores de la prensa afines.
Efectos reales, muy negativos, por cierto, como lo padecemos todos los colombianos hoy en día con la elección del hoy Presidente.
En línea de lo que antes señalé, una de las razones que precisamente me llevó a escribir el libro que soporta doctrinalmente a este video podcast fue intentar dar elementos conceptuales para contrarrestar esa narrativa y de allí que el título del libro sea “Defensa de la Libertad y de la Democracia” y que el subtítulo sea “el Centro Político y los Extremos Explicados”.
Pero junto con el coraje moral y la firmeza para defender los principios, los valores y las instituciones liberales clásicas, en toda circunstancia, ser de centro también es ser respetuoso y tolerante con las ideas de los demás, dentro de la centralidad, por lo que lógicamente, ser de centro no es no tener convicciones.
El centro, por lo tanto, rechaza cualquier tipo extremo, cualquier tipo de totalitarismo y cualquier tipo de cancelación.
En este sentido, el talante de centro se resume, en últimas, en la famosa cita que se le atribuye a Voltaire,
“Desapruebo lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.
El liberal clásico es consciente de las luces y de las sombras de la naturaleza humana.
Es también un humanista que cree en la igualdad intrínseca de todos los seres humanos, la consecuente igualdad ante la ley, así como la meritocracia que se amplía y se profundiza entre mayor sea la libertad económica y la igualdad de oportunidades hacia arriba.
Y todo esto con una actitud abierta, optimista y pragmática de la vida, al cambio y el progreso.
El centro también es flexibilidad, mente abierta y abrazar los cambios y reformas naturales y deseables en cualquier sociedad libre que progresa, sobre la base de, reiteró, la más firme defensa de los principios, los valores e instituciones liberales clásicas.
El centro, por lo tanto, rechaza cualquier tipo de extremismo para hacer cambios, especialmente si es violento.
El centro rechaza cualquier tipo de violencia porque es algo de elemental de sentido común, porque atenta contra los derechos intrínsecos e inalienables a los que tenemos derecho todos los ciudadanos y porque no permite, en la práctica, la centralidad o moderación.
El talante liberal, el talante de centro, es entonces un talante de coraje moral, de firmeza y convicciones, así como de respeto, moderado, pragmático, optimista y de diálogo, basado en los principios políticos que nos permiten vivir en una sociedad libre en la que todos pueden obedecer a lo que sienten y a lo que piensan.
Una sociedad que se caracteriza por el respeto y por la tolerancia hacia personas con valores distintos a los suyos y que no pretende imponer en los propios a los demás, que en algunos casos pueden ser más liberales, en otros más conservadores o en otros más de izquierda.
El centro es, en suma, sobre la base de un Estado de derecho tan fuerte como sea posible que cumpla y haga cumplir la ley, basar todo el accionar político en principios políticos sólidos, en la libertad, en la democracia acompañada de libertad y en el respeto por la propiedad privada, y en la igualdad realista y sana que se deriva de ello: la igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades hacia arriba.
La mayor libertad económica posible. Las políticas sociales profundas. Y las más decididas y firmes políticas de seguridad en el marco del Estado de derecho.
El talante, al mismo tiempo, abierto, tolerante, democrático, plural, incluyente, optimista, reformista, flexible, dialogante y no sectario, por un lado, y, por el otro, firme en la defensa de la libertad y de la democracia, en toda circunstancia.
Y, especialmente, cuando están más amenazadas, para, precisamente, poder seguir viviendo dentro de la centralidad y alejados de cualquier extremismo.
Es, en definitiva, la libertad y el orden, tal como lo señala el lema de nuestro escudo nacional. Este símbolo patrio, patrimonio y factor de unidad de todos los colombianos desde los orígenes de la República en los tiempos del general Santander, sintetiza la naturaleza liberal en sentido amplio de Colombia y de los colombianos. Una Colombia en la que caben todos los matices dentro de la centralidad.
B. Centro-Derecha / Derecha Democrática
Vamos ahora con la derecha democrática. Como antes vimos, el centro-derecha y la centro-izquierda, en ambos casos con guion, son espacios políticos dentro de la centralidad o centro político en sentido amplio, de derecha o de izquierda, a partir del centro político en sentido estricto que acabamos de ver. Y en Colombia, además, a la luz de los valores del concepto “social” de nuestro Estado social de derecho.
Como también vimos, el centro-derecha o espacio liberal conservador es el espacio que, en sus distintos matices y corrientes, va desde el centro liberal clásico a la derecha conservadora democrática. Y la centro-izquierda es el espacio que va, también en sus distintos matices y corrientes, desde el centro liberal clásico a la izquierda tradicional y la izquierda progre democrática.
A la derecha democrática o conservadores se le suele asociar con la conservación de lo existente, así como con la seguridad, la autoridad, el orden, la estabilidad, la moderación y las tradiciones.
Dentro del contexto de una real amenaza a los principios, valores e instituciones del orden liberal clásico, que en distintas formas y grados ha vivido Occidente en los últimos años, incluida Colombia, el liberalismo clásico, es decir, el centro, y el conservadurismo, es decir, la derecha, lejos de ser excluyentes, son complementarios y, de hecho, constituyen un solo espacio: el espacio liberal conservador o del centro-derecha, con guion.
Y esto es así porque ambos defienden (defendemos) en esencia lo mismo: el marco político y económico en el que se garantice la vida, la libertad y la propiedad, así como los principios, valores e instituciones políticas y económicas diseñadas para ello, y en desarrollo de ello, que hemos visto.
Por ejemplo, la igualdad ante la ley, la separación de poderes, la libertad de expresión, el capitalismo, la economía de mercado y el respeto a la voluntad popular, en el marco de esos y otros principios de la centralidad occidental.
Como hemos visto, y veremos también en la sección de izquierda democrática que presentaré en la siguiente sección, la centro-izquierda ha sido deficitaria en la defensa de ese marco político y económico, por lo que el centro-derecha es más cercano al centro político que la centro-izquierda.
Y esto tanto por razones conceptuales como de realidad política. Por razones conceptuales, porque el centro político, como hemos visto, es la libertad. Y el centro-derecha es, por definición, el espacio que busca la mayor libertad económica posible.
Y por razones de realidad política, para el caso colombiano, porque corrientes del centro-derecha son quienes han defendido con coherencia y consistencia en lo corrido este siglo las instituciones que garantizan la libertad y la democracia, así como la mayor libertad económica posible.
En Colombia, y en lo que tiene que ver específicamente con las instituciones del Estado de derecho democrático diseñadas para garantizar la libertad y la democracia, lo vimos en los sucesos relacionados con el desconocimiento del resultado del plebiscito. En algunos casos, hay que decirlo, con el apoyo o complacencia de sectores del centro-derecha y, por supuesto, con el total apoyo de la extrema izquierda.
También lo vimos con los apoyos que numerosos e importantes personajes de la centro-izquierda le dieron a Petro, no solo durante su gobierno, sino también para que pudiera llegar a ser presidente de la República.
Los liberales y los conservadores en una democracia liberal son (somos) entonces liberales y conservadores, especialmente ante riesgos extremistas provenientes tanto de los verdaderos extremistas o del establecimiento, en ambos casos sean de izquierda o de derecha.
Atendiendo a los planteamientos de Hayek, algunos de pronto más liberales (o en principio centristas), algunos tal vez más conservadores (o en principio de derecha), e incluso una misma persona puede ser más liberal o más conservadora en determinados temas.
Pero en todos estos casos dentro de un mismo espacio político: el espacio liberal conservador o del centro-derecha que, insisto, es uno solo dentro de la centralidad occidental o centro político en sentido amplio.
Como lo señala el profesor conservador Roger Scruton,
“Los lectores serán conscientes de todas las complejidades aquí y es mejor dejarlas a un lado simplemente reconociendo que en la batalla con el socialismo, el liberal clásico y el conservador, ahora están uno al lado del otro”.
No debe extrañar entonces que quien es considerado el arquetipo de conservador occidental, Edmund Burke, sea, a su vez, para Hayek uno de los tres grandes liberales.
Y de allí que, reitero, en Colombia y en el resto de Occidente liberales clásicos y conservadores sean (seamos) un solo espacio político: el espacio liberal conservador o del centro-derecha. Y esto sin importar las corrientes o simpatías políticas.
Así, el centro-derecha, tanto en sus matices más de derecha como más centristas, enfocándonos en lo que nos une y no en lo que nos separa, creemos en un Estado de derecho tan fuerte como sea posible que cumpla y haga cumplir la ley, con las más firmes y decididas políticas en seguridad, conforme a los principios del Estado de derecho y, en consecuencia, a los derechos humanos.
Un Estado de derecho tan fuerte como sea posible, con la mayor libertad de expresión posible, en donde haya respeto y tolerancia a las diferencias y en el que las diferencias legítimas ciudadanas se puedan tramitar con igualdad ante la ley, con respeto y en el marco de las instituciones del Estado de derecho democrático, sin violencia y en paz.
Un Estado de derecho tan fuerte como sea posible, que junto con la mayor seguridad y libertad económica posible, potencialice al máximo los incentivos propios del sistema capitalista de libre mercado.
Esto último, entre otros, mediante los menores impuestos, regulaciones e intervenciones posibles del Estado en la economía, con estabilidad y un Estado tan austero como se pueda.
Un Estado de derecho tan fuerte como sea posible que, junto a todo lo anterior, y a políticas de estímulo a la inversión, el emprendimiento y sociales eficaces y desburocratizadas, promueva cada vez una mayor igualdad de oportunidades, la cual requiere necesariamente de más y mejores oportunidades para todos.
Un Estado de derecho tan fuerte como sea posible que mire hacia el futuro sobre la base de lo construido, y con más y mejores protecciones para los más vulnerables
Y un Estado de derecho tan fuerte como sea posible en el que haya paz. Pero con una paz en el marco del Estado de derecho y sin debilitarlo, y que en ningún caso tampoco debilite la seguridad, porque sin seguridad no hay vida, libertad y propiedad.
El espacio liberal conservador o del centro-derecha recoge así los principios y valores liberales y los valores conservadores que antes mencioné.
En definitiva, y citando a Ronald Reagan sobre sus creencias políticas, es el espacio político que busca,
“La mayor libertad individual posible, consistente con una sociedad ordenada” .
Y esto, junto con, para nuestro país, los valores sociales del concepto “social”, de nuestro Estado social de derecho.
C. Centro-Izquierda / Izquierda Democrática
Pasemos ahora a la izquierda democrática. Como hemos dicho, aquí hay básicamente dos grandes grupos: la izquierda tradicional y la izquierda progre.
Comencemos con la izquierda tradicional. A la izquierda tradicional se le suele asociar con la búsqueda de igualdad material y con intervenciones excesivas del Estado en la actividad económica y, por lo tanto, con menos libertad económica manifestada en mayores impuestos y regulaciones, y en un Estado más grande y costoso. Y así, alejada del centro.
Junto a la igualdad material de la izquierda tradicional, dentro de la izquierda democrática también están los “progresistas”, también conocidos como progres.
Esta corriente izquierdista tiene banderas animalistas, ambientalistas, feministas o activistas LGBTI. Estas banderas, por supuesto, no son exclusivas de la izquierda.
El centro y la derecha también las defienden, pero en muchos casos desde una perspectiva más Ilustrada en términos de los ideales de la Ilustración que hemos visto y, por lo tanto, también más liberal en el sentido original del término, que es, además, el que es conceptualmente más preciso.
El enfoque extremista de algunos progres es precisamente lo que nos lleva al concepto de Extremismo Progre que antes mencioné, y que abordaré en la próxima sección.
En Colombia, además, el establecimiento de la centro-izquierda, junto con la extrema izquierda y algunos sectores del centro- derecha, explotó emocional y políticamente, la aspiración de paz de todos los colombianos con el proceso de paz con las FARC.
Este proceso de paz, en la práctica, debilitó la seguridad y, por lo tanto, la pacificación real que en alto grado había logrado el país al finalizar la primera década de este siglo.
También se debilitó el Estado de derecho democrático. Esto, entre otros, al desconocer el resultado del plebiscito e imponer sin separación de poderes, y en cogobierno con las FARC, el acuerdo firmado entre el gobierno del expresidente Juan Manuel Santos y esa organización criminal.
De esta manera, no solo violaron la Constitución y toda la jurisprudencia de la Corte Constitucional existente al momento de los hechos, sino también los más básicos principios de la democracia liberal a la luz de la historia del constitucionalismo occidental.
También debilitaron los enormes avances que había alcanzado Colombia en la lucha contra la impunidad total de las más graves violaciones a los derechos humanos.
De esta forma, retrocedieron a la sociedad colombiana respecto a los grandes avances que había alcanzado con el proceso de paz con las AUC durante el gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez.
Este proceso de paz, con esa también organización extremista y criminal, no solo fue el primero realizado bajo el Estatuto de Roma, que rige a la Corte Penal Internacional (el Estatuto de Roma entró en vigor en 2002, estatuto firmado y ratificado por Colombia en 1998 y 2002, respectivamente, la Corte Penal Internacional (CPI) comenzó a funcionar formalmente en 2003, y el acuerdo con las AUC fue firmado en 2005), sino que fue realizado bajo las más estrictas interpretaciones de su contenido.
Con el proceso de paz con las AUC, y como lo señala el primer fiscal de la CPI en su libro sobre su experiencia en el cargo, Luis Moreno Ocampo,
“Colombia se convirtió en el mejor ejemplo de ‘complementariedad positiva’”.
Es decir, y en desarrollo del principio de complementariedad del Estatuto de Roma que rige su aplicación, la influencia que tuvo la Fiscalía e la CPI en el esfuerzo que hicieron el gobierno, el congreso, la Corte Constitucional, las fuerzas armadas, las ONG y en general la sociedad colombiana, para que el proceso de paz con las AUC y la norma en que se enmarcó, es decir, la Ley de Justicia y Paz, fuera consistente con el Estatuto de Roma.
Esta ley, diseñada para ser aplicable también a procesos de paz con las FARC y el ELN, en criterio del exfiscal Moreno Ocampo
“Creó un nuevo paradigma que combinaba la desmovilización con una pena alternativa. También proporcionó verdad y reparación a las víctimas”.
Finalmente, sectores del establecimiento de la centro-izquierda también fueron fundamentales para la llegada a la Presidencia de la República en 2022 de la extrema izquierda en cabeza de Gustavo Petro, y han participado en su gobierno radical.
IV. Otro tipo de Extremismo: El Extremismo Progre
Pasemos ahora al Extremismo Progre. Este tipo de extremismo es el que lleva las banderas animalistas, ambientalistas, feministas o activistas LGBTI a niveles que se salen de los ideales de la Ilustración.
¿Por qué ello los hace conceptualmente extremistas? Porque, como vimos, y lo soporto con mayor detalle en el libro, la centralidad o liberalismo clásico en sentido amplio es resultado de los ideales de la Ilustración, y los extremos políticos y económicos, correctamente definidos para este contexto, son los que se salen de la centralidad o centro político en sentido amplio.
Así, y de manera análoga, si la aplicación de esas banderas se sale de esos ideales, también serán extremistas.
Como antes vimos, de acuerdo con el profesor Steven Pinker, los ideales de la Ilustración son la razón, la ciencia, el humanismo, el progreso y la paz. Por supuesto, reitero, el progreso Ilustrado y la paz Ilustrada, que son aquellas conformes a los demás ideales de la Ilustración.
¿Quién puede creer, por ejemplo, que es consistente con los ideales de la Ilustración el Extremismo Progre ecologista del presidente Gustavo Petro de su política, como lo señaló en Davos, Suiza, a principios de este año de “no contratar más exploraciones de petróleo y de gas y de carbón, hidrocarburos en general, como un efecto de demostración sobre la necesidad que tenemos en nuestra economía mundial de descarbonizarla”, al mismo tiempo que
(1) los tendría que importar -con lo que, al final, no estaría haciendo nada en términos de producción y descarbonización en el planeta porque igual se produciría en otros países y porque el mundo, incluida Colombia, también lo necesita-,
(2) los colombianos tendríamos que pagar más por ellos,
y (3) el Estado perdería esos recursos para financiar, entre otros, la seguridad, la salud, la educación y la infraestructura?
Ya Colombia empezó este mes a importar gas luego de 45 años de no hacerlo.
V. El Populismo
Pasemos ahora al populismo. Aquí entendemos el populismo no como una ideología, sino como una forma de acceder y de ejercer el poder -bien por la izquierda, bien por la derecha, o bien por ambas- que, manipulando o aprovechándose de las emociones ciudadanas, contribuye a ponerla en contra de las percibidas élites y/o cuyas políticas o actitudes pueden poner en riesgo la estabilidad política, económica y social de un país.
En contra de las percibidas élites, hay que decirlo, en algunos casos con toda la justificación. En otros, con mayor o menor justificación. Y en otros, sin justificación.
Élites no necesariamente desde la perspectiva socioeconómica o intelectual, sino también, y tal vez desde un sentido más amplio, que el presidente Javier Milei denomina como “casta”.
Es decir, personas de la política, la prensa, la academia o el sector privado, entre otros, sin distinción de origen socioeconómico, intelectual, regional, racial o ideológico alguno, que se aprovechan de sus privilegios beneficiándose abusivamente del Estado en perjuicio de los intereses ciudadanos.
Respecto a que el populismo no es una ideología sino una forma de acceder y de ejercer el poder, en “Defensa de la Libertad y de la Democracia: El Centro Político y los Extremos Explicados” señalo que el periodista y escritor cubano Carlos Alberto Montaner, en una muy importante colección de ensayos editada por Álvaro Vargas Llosa titulada “El Estallido del Populismo”, consideraba que el populismo
“No es exactamente una ideología, sino un método para alcanzar el poder y mantenerse en él”.
En ese sentido, también agrego que, de acuerdo con la pensadora española Cayetana Álvarez de Toledo en la misma colección de ensayos,
“El populismo no es una ideología”. “Puede surgir por la derecha o por la izquierda”. Así, “en Cuba y Venezuela surgió por la izquierda. En Francia, por la derecha. En Grecia, por la izquierda. En el Reino Unido, por la derecha. En España, en cambio, ha brotado por los dos extremos a la vez. La democracia española es un animalito atrapado en una pinza. De un lado, los nacionalismos catalán y vasco, de otro, el partido Podemos”.
La primer ministro de Italia, Giorgia Meloni, lo entiende en su libro como
“La idea de que el papel de la política es complacer el estado de ánimo de la gente, perseguir los impulsos del momento, perseguir a la sociedad en lugar de dirigirla”.
A partir de lo que hemos visto en este episodio, populismo y extremismo no son entonces lo mismo. Sin embargo, el populismo sí puede llevar al extremismo. Y, por supuesto, hay quienes son, al mismo, tiempo populistas y extremistas.
Al respecto, en mi libro también cito un ensayo de la gran líder venezolana María Corina Machado sobre Chávez, tomado de la misma colección, en el que nos advierte que
“El populismo es tan solo la práctica inicial, una que posibilita el despliegue de múltiples prácticas empleadas por el chavismo para secuestrar el Estado y consolidar un horroroso régimen mucho más nocivo de lo que la denominación populista permite imaginar”.
Agrega que en su camino al poder, es decir, antes de ganar las elecciones, Chávez
“Pasó entonces de militar golpista a demagogo consumado. Su discurso era netamente populista. Se afanaba en dividir a la población entre pueblos y ”cúpulas podridas”, mientras que amenazaba con barrer a los corruptos y freír en aceite las cabezas de los Adecos”.
Así las cosas, María Corina Machado señala que
“Hasta entonces podemos decir que Hugo Chávez personificaba el prototipo del populista más clásico” porque “habitualmente se identifica el populismo con la irrupción de un líder personalista que hace gala de una retórica divisionista de la población, estableciendo una profunda separación entre el pueblo y las élites corruptas”.
Y cuando llegan al poder, no suelen buscar unir al país en torno a propósitos comunes y constructivos, sino que fortalecen su estrategia populista de confrontación. Y en el caso de los populistas de izquierda, de odio, de clases.
VI. Agradecimientos y Mensajes Finales
Bueno, muchísimas gracias. Hemos llegado al final de este episodio y quiero agradecerles enormemente por su atención, no solo en este episodio, sino a lo largo de este proyecto durante todo el año.
Hoy hemos visto qué es el centro y qué son los extremos desde una perspectiva conceptual aplicable a las distintas corrientes políticas y a los distintos políticos.
Ojalá les sea útil para entender mejor, o al menos de una forma distinta, el panorama político nacional e internacional y su dirección para comprender y conceptualizar sus inclinaciones políticas.
Y para no dejar que ciertas corrientes los enreden con sus narrativas ideologizadas y oportunistas.
Reitero que soy perfectamente consciente de que la inmensa mayoría de la gente simplemente no tiene el tiempo para estar pensando permanentemente o escribiendo sobre estos temas. Pero también sé que a muchos sí les interesan y, sobre todo, les interesa el futuro de su país.
Espero también que esto les haya dado nuevos elementos para sus análisis políticos. También para que tengamos un debate menos divisivo y menos inclinado hacia la izquierda por default, dándoles de entrada y sin merecerlo, el centro en nuestro país, que es un país centrista.
Y de esa forma, a contribuir a que Colombia retome el rumbo que la llevó a su mejor momento, y así, evitar que caiga en una crisis dramática en los próximos años, o en una larga, dolorosa y absurda decadencia, impactando negativamente la vida y el bienestar de millones de colombianos de hoy y el mañana.
No siendo más, con esto cerramos el año y este episodio. Ha sido un verdadero placer poder compartirles todas estas ideas y reflexiones en búsqueda de una mejor Colombia:
Una Colombia más libre, más democrática, más segura, más próspera, con un Estado de derecho tan fuerte como sea posible que cumpla y haga cumplir la ley.
Más justa, con mayor igualdad ante la ley y con más igualdad de oportunidades, lo que necesariamente implica más y mejores oportunidades para todos.
Más unida, más optimista, con más patriotismo, que no es otra cosa que el amor al país sin demeritar a los demás, y con más y mejores protecciones para los más vulnerables.
Nos vemos entonces en el próximo episodio.
Agradeciéndoles de nuevo profundamente su tiempo y atención, tanto en este episodio como en este proyecto, ¡les deseo una muy Feliz Navidad y próspero Año Nuevo a todos ustedes, sus familias y demás seres queridos y cercanos!
© Jorge Enrique Gómez Pardo, Todos los derechos reservados, 2024.
La expresión “coraje moral” la tomo prestada de la nueva líder del Partido Conservador Británico Kemi Badenoch. Esa expresión sintetiza muy bien lo que aquí defendemos en el sentido de defender con coraje lo que es correcto a la luz de los ideales, principios y valores que soportan y fortalecen la libertad y la democracia. La escuché en una muy interesante entrevista que recientemente le hizo la directora de The Free Press, Bari Weiss, para su podcast Honestly, la cual se encuentra a continuación: